Todos conocen a Cupido, pero nadie a Eros. Nadie sabe que fue hijo de Afrodita y que tuvo como padre a Ares, Dios de la guerra. No saben que tuvo un hermano, Anteros, vengador del amor no correspondido, defensor del amor sincero. Todos conocen la historia de Narciso,
condenado a morir ahogado en el reflejo de su imagen. Mas nadie sabe que fue Némesis quien lo condenó por haber rechazado a Eco, ninfa que repetía las últimas palabras de aquello que dijese como castigo por amar su propia voz, su ego. Todos dicen creer saber que es el amor, pero desconocen la historia de Orfeo y Eurícide. Orfeo, quien perdió a Eurícide para siempre tras haberla rescatado del inframundo, por una mirada, por unos segundos, por lo frágil que son las cosas del corazón.
Imbéciles, jactaos de querer creer que es el amor. Cantadle, celebradlo, lloradle, anheladlo. Regocijaros en vuestra divina creación, en vuestra propia y equivocada noción, en esa flor, en esa emoción. Más jamás sabréis que se siente cuando tú único miedo es el de perder esa mirada que te da calor, el miedo que da poder perder el…
