Hoy lloro por un Estrecho deshonrado en una cruzada sinsentido,
un Estrecho milenario perdido en olas equivocadas,
lleno de espuma escarlata y lágrimas saladas.
Lloro por un Estrecho donde juegan
gatos desorientados por ilustres ignorantes, colas de león,
persiguiendo a ratones llenos de falsa pretensión,
con el silencio de toda una nación.
Ante sus fardos, nuestros libros,
Ante sus gomas, las nuestras,
papel y lapiz, pizarra y tiza,
que su veneno se disuelva en nuestro Mediterráneo, en nuestro Altlántico.
Lloro por un Estrecho con dueños de helado corazón,
un Estrecho que debemos recuperar por la fuerza y con su rendición.
Hoy lloro por mi Estrecho y, hacedme el favor, si lo lloráis conmigo,
esmeraros en que se escuche también vuestra voz.