Hija de Júpiter,
de tu seno se erigió el olivo
que te impuso en el Olimpo.
Astuto y fiero, no te tuve miedo
Ojos albahaca, rizos miel,
Atisbé en tu sonrisa
mi futuro y mi desdén.
El más grande pintor
sobre tu desnudo trazó,
la hipérbole más descuidada,
una curva modesta,
de impresionante nobleza,
majestad y fuerza.
Mi hueste me lo advirtió,
pero para entonces mi cabeza
solo conocía su carmín de cereza.
Diosa del capitolio, Atenea romana,
llegaste como ofrenda perdida,
te fuiste magnifica y altiva,
pero acabaste siendo cruel,
transformaste a Aracne con tu poder,
y ahora que no se que hacer
con miedo de anhelar tu piel,
te vas para nunca volver…
